Casi sin darnos cuenta han pasado quince años desde aquel mes de julio de 2003, cuando por primera vez unos cuantos miembros de Sintiendo el Sur volaron hasta Honduras, sin tener aún demasiado claro lo que iban a hacer. Pero sí con una idea fija: ser solidarios con el Sur, con esos millones de personas que por el mero echo de nacer en determinados países carecen de muchos de los derechos y comodidades que disfrutamos en los países desarrollados.