Manolo, ¡gracias por todo!

     A veces, sin esperarlo, la vida te golpea con un directo a la mandíbula del corazón dejándote en un estado nebuloso, sin saber lo que realmente sucede a tu alrededor, como si despertaras de un sueño irreal. Así nos hemos sentido esta madrugada todos los que formamos Sintiendo el Sur cuando nos ha llegado la noticia de la muerte de Manuel Fernández, nuestro querido Manolo.

     Volvía de Tegucigalpa, con su hijo Toni, después de dejar a Roberto, nuestro presidente, en el aeropuerto para regresar a España tras unos días evaluando el Proyecto de Becas y analizando posibles nuevas iniciativas en El Triunfo para que la formación de los chicos y chicas sea el camino que cambie su mundo más cercano. El corazón de Manolo dio su último latido –infarto fulminante- un momento antes de que el vehículo que conducía cayera por un pronunciado desnivel al lado de la carretera. El niño resultó herido, pero salvó la vida.

     Manolo había nacido en Órbigo (León) hace 66 años. Se formó con los maristas e ingresó en esta orden religiosa como hermano. Su formación en Filosofía y Letras le llevó a distintos colegios, especialmente en Galicia, para formar a cientos de jóvenes, que sin duda aprendieron de su especial forma de entender la vida. Tras unos años en África Subsahariana fue destinado a Honduras, concretamente a Choluteca, donde se encontraba durante el devastador huracán Mitch -22 de octubre al 5 de noviembre de 1998- que se cobró la vida de 6.500 personas, además de miles de desaparecidos. En medio de la tragedia, que asoló la ciudad de Choluteca, fue designado coordinador de la ayuda internacional que se recibió para tratar de paliar las necesidades de los miles de damnificados. El carácter de Manolo sin duda fue un pilar para mantener el orden y que nada se ‘despistara’ en medio del sufrimiento.

    Manolo en la Colonia Marcelino Champagnat  junto con una familia local y dos voluntarias de SeS (2005).

     Una de sus iniciativas fue la creación de la Colonia Marcelino Champagnat, con la ayuda de SED (la ONG de los Hermanos Maristas), Cáritas Española, Golungo, la Agencia Española de Cooperación y otras instituciones. Se trataba de dar cobijo a parte de los damnificados por el Mitch, que se habían quedado sin absolutamente nada. Su empuje fue tal, que para la gente de Choluteca la Colonia se conocía como “la Manuel” no “la Champagnat”, pese al rótulo de la entrada. Seguro que al santo fundador francés le encantaba que se reconociera el trabajo de quien estaba a pie de obra.

    Y en aquellas nos topamos con Manolo, y “nos lío” para seguir contribuyendo con la Colonia, con Honduras, con el Sur. Lo puso fácil y gracias a ello Sintiendo el Sur encontró un importante anclaje y referente para nacer y desarrollarse.

    En 2003 se organizó una primera misión de jóvenes que viajó a Choluteca para echar una mano en la Colonia, pues todavía quedaban cosas por hacer. Allí les recibió, con su campechanía y organización. Controlaba, con los comités correspondientes, todo lo que implicaba normalizar el día a día de cientos de personas. A través de él nos enteramos de la existencia de la comunidad de El Cedral, donde se puso en marcha el Proyecto de Becas tras la sugerencia de la profe Lucy, una de las maestras de la escuela. Hacía más de diez años que ningún chico o chica había podido continuar sus estudios por falta de medios en el Instituto de El Triunfo. 

    Imagen tomada en la Colonia en el primer viaje a Honduras (2003).

     Así se fraguó una relación de amistad y colaboración de casi 20 años, interrumpida de la manera trágica que narramos al principio. Manolo fue el pilar fundamental para la construcción del puente que salva la quebrada que dejaba incomunicadas a muchas comunidades en la época de lluvia. Él supo contratar un ingeniero a precio ‘especial’ y con garantías. En Honduras se han hecho muchas obras civiles que no han resistido. El puente de El Cedral ahí sigue después de quince crecidas del río. Algo en lo que muchos no confiaban. El alma fuerte de Manolo está en sus cimientos.


    puente 1                                                    Puente sobre la quebarada construído con la supervisión de Manolo. Proyecto de SeS (2008).

    Unos años antes, Manolo se había secularizado como marista. Su corazón entendió que debía tomar otro camino, aunque siempre marcado por la generosidad y la ayuda a los demás. Se casó con Regina, una mujer excepcional. Y también llegó Toni, al que siempre inculcó los valores que él había mantenido a lo largo de la vida.

    Manolo y su mujer Regina en una de sus visitas a España (2006).

     Para todos los miembros de Sintiendo el Sur que hemos viajado a Honduras, Manolo ha sido un anfitrión, una garantía de seguridad, un soporte, un amigo con el que contar siempre que fuera necesario. ¡Cuantos recuerdos! ¡Cuantas risas! ¡Cuantas peripecias!

    Manolo no era miembro de Sintiendo el Sur, pero todo él era Sintiendo el Sur. Ya lo echamos de menos con los ojos empapados en lágrimas y saliendo de nuestros labios un grito sordo de ¡GRACIAS POR TODO!.